Thomas Stearns Eliot - East Coker

Thomas Stearns Eliot - East Coker

VersiĂłn: IsaĂ­as Garde


I


En mi comienzo está mi final. En sucesión

Las casas se levantan y caen, se desmoronan, son ampliadas,

Son removidas, destruidas, restauradas, o en su lugar

Hay campo raso, o una fábrica, o un desvío.

Vieja piedra para un nuevo edificio, vieja madera para hogueras nuevas,

Viejos fuegos para las cenizas, y cenizas para la tierra

Que ya es carne, piel y heces,

Hueso de hombre y de bestia, tallo de maĂ­z y hoja. 

Las casas viven y mueren: hay un tiempo para construir

Y un tiempo para habitar y para engendrar

Y un tiempo para que el viento rompa el cristal suelto

Y sacuda las molduras por las que trota el ratĂłn de campo

Y sacuda las arras harapientas bordadas con un lema silencioso.


En mi comienzo está mi final. Ahora cae la luz

A lo largo del campo raso, dejando el camino profundo

Cerrado por las ramas, oscuro en la tarde,

Donde uno se arrima al terraplén mientras pasa un furgón,

Y el camino profundo insiste en direcciĂłn

Al pueblo, hipnotizado en el calor eléctrico.

En una niebla cálida la luz ardiente

Es absorbida, no refractada, por la piedra gris.

Las dalias duermen en el silencio vacĂ­o.

Esperan al primer bĂşho.


En ese campo raso,

Si uno no se acerca demasiado, si  uno no se acerca demasiado,

En una medianoche de verano, uno puede oĂ­r la mĂşsica

De la flauta frágil y del tamboril

Y verlos bailar alrededor de la hoguera

La asociaciĂłn de hombre y mujer

En baile que significa matrimonio.

Un decoroso y amplio sacramento.

De a dos, conjunciĂłn necesaria,

Sosteniéndose uno a otro por la mano o el brazo,

Lo que simboliza concordia. Dan vueltas y vueltas a la hoguera

Saltan sobre las llamas, o unidos en rondas,

RĂşsticamente serios o con risas rĂşsticas,

Alzan los pies pesados en los zapatos toscos,

Pies de tierra, pies de barro, alzados en alegrĂ­a campestre

La alegría de aquellos que hace mucho están bajo tierra

Y nutren el maíz. Llevan el compás

Sostienen el ritmo en su danza

Como en sus vidas la vida de las estaciones

El tiempo de las estaciones y las constelaciones

El tiempo del ordeñe y el tiempo de la cosecha

El tiempo del acoplamiento de hombre y de mujer

Y el de las bestias. Los pies se elevan y caen.

Comer y vivir. Estiércol y muerte.


Despunta el alba, y un día más

Se prepara al calor y al silencio. El viento del alba sobre el mar

Ondula y se desliza. Estoy acá

O allá, o en otra parte. En mi comienzo.


II


¿QuĂ© es lo que hace el tardĂ­o noviembre

Con la turbaciĂłn de la primavera

Y con las criaturas del ardor del verano

Y con las campanillas del invierno retorcidas bajo los pies

Y con las malvas que apuntan demasiado alto

Del rojo al gris para venirse abajo

Rosas tardĂ­as llenas de nieve temprana?

Retumba el trueno entre estrellas rodantes

Que simulan carros triunfales

Desplegados en guerras consteladas

El EscorpiĂłn combate contra el sol

Hasta que el sol y la luna caen

Lloran los cometas y las LeĂłnidas vuelan

A la caza de los Cielos y las planicies

Giran en un vórtice que llevará

Al mundo hacia ese fuego destructor

Que arde antes de que reine la capa de hielo.


Esa fue una manera de expresarlo -no muy satisfactoria:

Un estudio perifrástico en un estilo poético gastado,

Que nos mantiene en la lucha intolerable

Con las palabras y sus significados. La poesĂ­a no importa.

No era (y empezamos de nuevo) lo que uno esperaba.

¿Cuál serĂ­a el valor de la tan buscada.

De la tan anhelada calma, la serenidad otoñal

Y la sabidurĂ­a de la edad? ¿Nos habrán engañado,

O se habrán engañado a sí mismos, los viejos de voz apacible,

Legándonos un simple boleto de engaño?

La serenidad no más que un deliberado letargo,

La sabiduría no más que un conocimiento de secretos muertos

InĂştiles en la oscuridad hacia la cual miraron

O de la cual apartaron los ojos. Hay, nos parece,

Como mucho, solo un valor acotado.

En el conocimiento derivado de la experiencia.

El conocimiento impone un esquema y falsea,

Ya que el esquema es nuevo a cada momento

Y cada momento es una nueva e impactante

Valoración de todo lo que hemos sido. Sólo nos desengañamos

De aquello que, engañando, ya no puede dañar.

En el medio, y no solo en el medio del camino,

Sino en todo el camino, en un bosque oscuro, en una zarza,

Al borde de un precipicio, donde no es seguro apoyar el pie,

Y amenazados por monstruos, por luces malas,

Nos exponemos al hechizo. No quiero oĂ­r

Hablar de la sabidurĂ­a de los viejos, sino de su locura,

De su miedo al miedo, de su frenesĂ­, de su miedo a estar poseĂ­dos,

O a pertenecer a otro, o a otros, o a Dios.

La Ăşnica sabidurĂ­a que podrĂ­amos alcanzar

Es la sabidurĂ­a de la humildad: la humildad es infinita.


Las casas ya están todas bajo el mar.


Los bailarines ya están todos bajo la colina.


III


Ah lo oscuro lo oscuro lo oscuro. Todos entran en lo oscuro,

Los vacĂ­os espacios interestelares, el vacĂ­o en el vacĂ­o,

Los capitanes, banqueros, eminentes hombres de letras,

Los generosos mecenas del arte, los estadistas y los gobernantes,

Funcionarios distinguidos, presidentes de varios comités,

Señores de la industria y pequeños contratistas, todos entran en lo oscuro,

Y oscuros el Sol y la Luna y el Almanaque de Gotha

Y el boletĂ­n de la bolsa, el Directorio de Directores,

Y frĂ­o el sentido y perdido el motivo de la acciĂłn.

Y todos vamos con ellos en el silencioso funeral,

El funeral de Nadie, porque no hay nadie a quien enterrar.

Le dije a mi alma, estate quieta, y deja que lo oscuro descienda sobre ti,

Tal vez se trate de la oscuridad de Dios. Como cuando en un teatro,

Extinguidas las luces para el cambio de escena,

Con un sordo retumbar de los bastidores, un movimiento de oscuridad sobre oscuridad,

Sabemos que los árboles y las colinas, el panorama distante

Y la fachada imponente, están siendo removidos-

O, como cuando el subterráneo, en el túnel, se demora demasiado entre dos estaciones

Y la conversaciĂłn sube y se desvanece con suavidad en el silencio

Y ves, detrás de cada rostro, ahondarse el vacío mental

Y solo queda el terror creciente de no tener nada en qué pensar;

O, cuando bajo el Ă©ter, la mente es consciente pero consciente de nada-

Le dije a mi alma, estate quieta, y aguarda sin esperanza

Porque la esperanza serĂ­a esperanza por lo errĂłneo; aguarda sin amor

Porque el amor serĂ­a amor por lo errĂłneo; hay todavĂ­a fe,

Pero la fe y el amor y la esperanza consisten en la espera.

Espera sin pensamiento, porque no estás preparado para pensar:

Así, la oscuridad será la luz, y la quietud el baile.

Rumor de arroyos que corren y relámpago invernal.

El tomillo silvestre invisible y la frutilla silvestre,

La risa en el jardĂ­n, Ă©xtasis reflejado

No perdido sino exigente, que marca la agonĂ­a

De muerte y nacimiento.


Dices que repito

Lo que ya he dicho antes. Lo diré de nuevo.

¿Lo dirĂ© de nuevo? Para llegar allá,

Para llegar a donde estás, para salir de donde no estás,

Debes ir por un camino en el que no hay Ă©xtasis.

Para llegar a lo que no conoces

Debes ir por un camino que es el camino de la ignorancia.

Para poseer lo que no posees

Debes ir por el camino de la desposesiĂłn.

Para llegar a lo que no eres

Debes ir a través del camino en el que no eres.

Y lo que no conoces es lo Ăşnico que conoces

Y lo que es tuyo es lo que no es tuyo

Y donde estás es donde no estás.


IV


El cirujano herido manipula el acero

Que indaga en la parte descompuesta;

Bajo las manos ensangrentadas presentimos

La compasiĂłn aguda del arte sanador

Que resuelve el enigma del registro de fiebre.


Nuestra Ăşnica salud es la dolencia,

Si acatamos a la enfermera moribunda,

Cuyo afán constante no es para complacer

Sino para recordarnos nuestra maldición, la de Adán,

Y que, para ser curados, nuestra enfermedad debe empeorar.


La tierra entera es nuestro hospital

Equipado por el millonario en ruinas,

Acá, si nos portamos bien, 

Moriremos de ese absoluto cuidado paternal

Que no nos deja nunca, sino que nos cerca por todas partes.


Sube el escalofrĂ­o de los pies a las rodillas,

Canta la fiebre en los cables mentales.

Para ser entibiado debo congelarme

Y temblar en un gélido purgatorio de hogueras

Cuya llama son rosas, cuyo humo es zarza.


La sangre que gotea, nuestra sola bebida,

La carne ensangrentada, nuestro solo alimento:

A pesar de eso nos agrada pensar

Que somos sĂłlida y substancial carne y sangre-

Una vez más, a pesar de eso, decimos que este Viernes es santo.


V


Acá estoy entonces, en mitad del camino, habiendo vivido veinte años-

Veinte años en gran medida malgastados, los años de l'entre deux guerres-

Tratando de utilizar palabras, y cada intento

Es un comienzo completamente nuevo, y un tipo diferente de fracaso

Porque uno solo aprendiĂł a encontrar las mejores palabras

Para aquello que ya no necesita decir, o del modo

En que uno ya no está dispuesto a decirlo. Y así cada intento

Es un nuevo comienzo, una incursiĂłn en lo inarticulado,

Con un equipamiento miserable que siempre se deteriora

En el caos general de la imprecisiĂłn del sentimiento,

Los escuadrones indisciplinados de la emociĂłn. Y lo que hay que conquistar

Con valor y subordinaciĂłn, ya ha sido descubierto

Una o dos veces, o muchas veces, por hombres a los que uno

No puede pretender emular -pero no es una competencia-

Es la simple lucha por recuperar lo que se habĂ­a perdido

Y encontrarlo y perderlo otra vez y otra vez: esta vez bajo condiciones

Que no parecen propicias. Aunque tal vez no hay ganancia ni pérdida.

Para nosotros, solo el intento. Lo demás no es asunto nuestro.


El hogar es donde uno comienza. Conforme envejecemos

El mundo se vuelve extraño, el esquema de muertos y vivos

más complicado. No el momento intenso

Aislado, sin antes ni después,

Sino una vida ardiendo en cada uno de sus momentos

Y no la vida  de un solo hombre

Sino también la de las viejas piedras que no se pueden descifrar.

Hay un tiempo para el atardecer bajo la luz de las estrellas,

Un tiempo para el atardecer a la luz de la lámpara

(El atardecer junto al álbum de fotos).

El amor está más próximo a sí mismo

Cuando acá y ahora dejan de importar.

Los viejos deberĂ­an ser exploradores

Acá y allá no importan

Debemos estar quietos y no dejar de movernos

Hacia otra intensidad

Por una unión mayor, una comunión más profunda

A través del frío oscuro y la desolación vacía,

Del grito de la ola, del grito del viento, de las amplias aguas

Del petrel y del delfín. En mi final está mi comienzo.


Thomas Stearns Eliot - East Coker


I


       In my beginning is my end. In succession

Houses rise and fall, crumble, are extended,

Are removed, destroyed, restored, or in their place

Is an open field, or a factory, or a by-pass.

Old stone to new building, old timber to new fires,

Old fires to ashes, and ashes to the earth

Which is already flesh, fur and faeces,

Bone of man and beast, cornstalk and leaf.

Houses live and die: there is a time for building

And a time for living and for generation

And a time for the wind to break the loosened pane

And to shake the wainscot where the field-mouse trots

And to shake the tattered arras woven with a silent motto.


       In my beginning is my end. Now the light falls

Across the open field,, leaving the deep lane

Shuttered with branches, dark in the afternoon,

Where you lean against a bank while a van passes,

And the deep lane insists on the direction

Into the village, in the elctric heat

Hypnotised. In a warm haze the sultry light

Is absorbed, not refracted, by grey stone.

The dahlias sleep in the empty silence.

Wait for the early owl.


                                             In that open field

If you do not come too close, if you do not come too close,

On a summer midnight, you can hear the music

Of the weak pipe and the little drum

And see them dancing around the bonfire

the association of man and woman

In daunsinge, signifying matrimonie˜

A dignified and commodious sacrament.

Two and two, necessarye coniunction,

Holding eche other by the hand or the arm

Whiche betokeneth concorde. Round and round the fire

Leaping through the flames, or joined in circles,

Rustically solemn or in rustic laughter

Lifting heavy feet in clumsy shoes,

Earth feet, loam feet, lifted in country mirth

Mirth of those long since under earth

Nourishing the corn. Keeping time,

Keeping the rhythm in their dancing

As in their living in the living seasons

The time of the seasons and the constellations

The time of milking and the time of harvest

The time of the coupling of man and woman

And that of beasts. Feet rising and falling.

Eating and drinking. Dung and death.


       Dawn points, and another day

Prepares for heat and silence. Out at sea the dawn wind

Wrinkles and slides. I am here

Or there, or elsewhere. In my beginning.


II


What is the late November doing

With the disturbance of the spring

And creatures of the summer heat,

And snowdrops writhing under feet

And hollyhocks that aim too high

Red into grey and tumble down

Late roses filled with early snow?

Thunder rolled by the rolling stars

Simulates triumphal cars

Deployed in constellated wars

Scorpion fights against the Sun

Until the Sun and Moon go down

Comets weep and Leonids fly

Hunt the heavens and the plains

Whirled in a vortex that shall bring

The world to that destructive fire

Which burns before the ice-cap reigns.


       That was a way of putting it - not very satisfactory:

A periphrastic study in a worn-out poetical fashion,

Leaving one still with the intolerable wrestle

With words and meanings. The poetry does not matter.

It was not (to start again) what one had expected.

What was to be the value of the long looked forward to,

Long hoped for calm, the autumnal serenity

And the wisdom of age? Had they deceived us,

Or deceived themselves, the quiet-voiced elders,

Bequeathing us merely a receipt for deceit?

The serenity only a deliberate hebetude,

The wisdom only the knowledge of dead secrets

Useless in the darkness into which they peered

Or from which they turned their eyes. There is, it seems to us,

At best, only a limited value

In the knowledge derived from experience.

The knowledge inposes a pattern, and falsifies,

For the pattern is new in every moment

And every moment is a new and shocking

Valuation of all we have been. We are only undeceived

Of that which, deceiving, could no longer harm.

In the middle, not only in the middle of the way

but all the way, in a dark wood, in a bramble,

On the edge of a grimpen, where is no secure foothold,

And menaced by monsters, fancy lights,

Risking enchantment. Do not let me hear

Of the wisdom of old men, but rahter of their folly,

Their fear of fear and frenzy, their fear of possession,

Of belonging to another, or to others, or to God.

The only wisdom we can hope to acquire

Is the wisdom of humility: humility is endless.


The houses are all gone under the sea.


The dancers are all gone under the hill.


III


O dark dark dark. They all go into the dark,

The vacant interstellar spaces, the vacant into the vacant,

The captains, merchant bankers, eminent men of letters,

The generous patrons of art, the statesmen and the rulers,

Distinguished civil servants, chairmen of many committees,

Industrial lords and petty contractors, all go into the dark,

And dark the Sun and Moon, and the Almanach de Gotha

And the Stock Exchange Gazette, the Directory of Directors,

And cold the sense and lost the motive of action.

And we all go with them, into the silent funeral,

Nobody's funeral, for there is no one to bury.

I said to my soul, be still, and let the dark come upon you

Which shall be the darkness of God. As, in a theatre,

The lights are extinguished, for the scene to be changed

With a hollow rumble of wings, with a movement of darkness on darkness,

And we know that the hills and the trees, the distant panorama

And the bold imposing facade are all being rolled away-

Or as, when an underground train, in the tube, stops too long between stations

And the conversation rises and slowly fades into silence

And you see behind every face the mental emptiness deepen

Leaving only the growing terror of nothing to think about;

Or when, under ether, the mind is conscious but conscious of nothing-

I said to my soul, be still, and wait without hope

For hope would be hope for the wrong thing; wait without love,

For love would be love of the wrong thing; there is yet faith

But the faith and the love and the hope are all in the waiting.

Wait without thought, for you are not ready for thought:

So the darkness shall be the light, and the stillness the dancing.

Whisper of running streams, and winter lightning.

The wild thyme unseen and the wild strawberry,

The laughter in the garden, echoed ecstasy

Not lost, but requiring, pointing to the agony

Of death and birth.


                                             You say I am repeating

Something I have said before. I shall say it again.

Shall I say it again? In order to arrive there,

To arrive where you are, to get from where you are not,

       You must go by a way wherein there is no ecstacy.

In order to arrive at what you do not know

       You must go by a way which is the way of ignorance.

In order to possess what you do not possess

       You must go by the way of dispossession.

In order to arrive at what you are not

       You must go through the way in which you are not.

And what you do not know is the only thing you know

And what you own is what you do not own

And where you are is where you are not.


IV


The wounded surgeon plies the steel

That questions the distempered part;

Beneath the bleeding hands we feel

The sharp compassion of the healer's art

Resolving the enigma of the fever chart.


Our only health is the disease

If we obey the dying nurse

Whose constant care is not to please

But to remind us of our, and Adam's curse,

And that, to be restored, our sickness must grow worse.


The whole earth is our hospital

Endowed by the ruined millionaire,

Wherein, if we do well, we shall

Die of the absolute paternal care

That will not leave us, but prevents us everywhere.


The chill ascends from feet to knees,

The fever sings in mental wires.

If to be warmed, then I must freeze

And quake in frigid purgatorial fires

Of which the flame is roses, and the smoke is briars.


The dripping blood our only drink,

The bloody flesh our only food:

In spite of which we like to think

That we are sound, substantial flesh and blood-

Again, in spite of that, we call this Friday good.


V


So here I am, in the middle way, having had twenty years-

Twenty years largely wasted, the years of l'entre deux guerres-

Trying to use words, and every attempt

Is a wholy new start, and a different kind of failure

Because one has only learnt to get the better of words

For the thing one no longer has to say, or the way in which

One is no longer disposed to say it. And so each venture

Is a new beginning, a raid on the inarticulate,

With shabby equipment always deteriorating

In the general mess of imprecision of feeling,

Undisciplined squads of emotion. And what there is to conquer

By strength and submission, has already been discovered

Once or twice, or several times, by men whom one cannot hope

To emulate - but there is no competition -

There is only the fight to recover what has been lost

And found and lost again and again: and now, under conditions

That seem unpropitious. But perhaps neither gain nor loss.

For us, there is only the trying. The rest is not our business.


Home is where one starts from. As we grow older

the world becomes stranger, the pattern more complicated

Of dead and living. Not the intense moment

Isolated, with no before and after,

But a lifetime burning in every moment

And not the lifetime of one man only

But of old stones that cannot be deciphered.

There is a time for the evening under starlight,

A time for the evening under lamplight

(The evening with the photograph album).

Love is most nearly itself

When here and now cease to matter.

Old men ought to be explorers

Here or there does not matter

We must be still and still moving

Into another intensity

For a further union, a deeper communion

Through the dark cold and the empty desolation,

The wave cry, the wind cry, the vast waters

Of the petrel and the porpoise. In my end is my beginning.


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