Versión: Isaías Garde
Vivimos nuestras vidas de pasiones humanas,
crueldades, sueños, conceptos,
crímenes y ejercicio de la virtud
en y junto a un mundo ajeno
a nuestras preocupaciones, libre
de aprehensión aunque afectado,
ciertamente, por nuestras acciones. Un mundo
paralelo al nuestro, si bien superpuesto.
Lo llamamos «Naturaleza»; y solo con renuencia
admitimos que nosotros mismos somos también «Naturaleza».
Cada vez que perdemos noción de nuestras obsesiones,
de nuestros propios asuntos, porque nos desviamos por un minuto,
tal vez por una hora, hacia la pura (casi pura)
respuesta de esa vida despreocupada:
la nube, el pájaro, el zorro, el flujo de la luz, el danzante
peregrinaje del agua, la vasta quietud
de los insectos ante la ventana iluminada,
las voces de los animales, el rumor mineral, la conversación
del viento con la lluvia, del océano con la roca, el balbuceo
del fuego con el carbón; entonces, algo atado
en nosotros, rengueando como un asno en su parcela
de cardos y pasto carcomido, se libera.
No terminamos de descubrir
dónde hemos estado, cuando somos atrapados otra vez
en nuestra propia esfera (a la que debemos volver,
por supuesto, a cumplir nuestros destinos),
aunque un poco cambiados.
Sojourns in the Parallel World
We live our lives of human passions,
cruelties, dreams, concepts,
crimes and the exercise of virtue
in and beside a world devoid
of our preoccupations, free
from apprehension–though affected,
certainly, by our actions. A world
parallel to our own though overlapping.
We call it “Nature”; only reluctantly
admitting ourselves to be “Nature” too.
Whenever we lose track of our own obsessions,
our self-concerns, because we drift for a minute,
an hour even, of pure (almost pure)
response to that insouciant life:
cloud, bird, fox, the flow of light, the dancing
pilgrimage of water, vast stillness
of spellbound ephemerae on a lit windowpane,
animal voices, mineral hum, wind
conversing with rain, ocean with rock, stuttering
of fire to coal–then something tethered
in us, hobbled like a donkey on its patch
of gnawed grass and thistles, breaks free.
No one discovers
just where we’ve been, when we’re caught up again
into our own sphere (where we must
return, indeed, to evolve our destinies)
–but we have changed, a little.
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