Versión: Isaías Garde
No digas, no digas que no hay agua
para aliviar la aridez de nuestros corazones.
He visto
a la fuente brotar de la pared de roca
y a ti bebiendo allí. Y también yo
ante tus ojos
encontré los peldaños y trepé
para beber el agua fresca.
La mujer del lugar, resguardando sus ojos de la luz,
fruncía el ceño mientras observaba -no porque
mezquinara el agua,
sino porque esperaba
vernos beber hasta saciarnos
hasta sentirnos renovados.
No digas, no digas que no hay agua.
Allí está la fuente, entre sus festoneadas
piedras verdes y grises.
Todavía está allí y siempre estará allí
con su canción tranquila y ese extraño poder
de brotar en nosotros,
a través de la roca.
The Fountain
Don’t say, don’t say there is no water
To solace the dryness at our hearts.
I have seen
The fountain springing out of the rock wall
And you drinking there. And I too
Before your eyes
Found footholds and climbed
to drink the cool water.
The woman of that place, shading her eyes,
Frowned as she watched—but not because
she grudged the water,
Only because she was waiting
to see we drank our fill and were
refreshed.
Don’t say, don’t say there is no water.
That fountain is there among its scalloped
green and gray stones,
It is still there and always there
with its quiet song and strange power
to spring in us,
up and out through the rock.
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