Lisel Mueller - El final de la Ciencia Ficción

Lisel Mueller - El final de la Ciencia Ficción

Lisel Mueller (8 de febrero de 1924 - 21 de febrero de 2020)

Versión: Isaías Garde

Esto no es fantasía, es nuestra vida.
Somos los personajes
que invadieron la luna,
que no pueden frenar sus computadoras.
Somos los dioses que pueden deshacer
el mundo en siete días.

Ambas manos detenidas al mediodía,
empezamos a vivir para siempre,
en cuerpos livianos de aluminio,
con números estampados en la espalda.
Sintonizamos nuestras palabras como música funcional.
Escuchamos a los demás a través del agua.

El género está muerto. Inventemos algo nuevo.
Inventemos un hombre y una mujer
desnudos en un jardín.
Inventemos un niño que salve al mundo,
un hombre que rescate a su padre
de una ciudad en llamas.
Inventemos un ovillo de hilo
que guíe al héroe hacia un lugar seguro,
inventemos una isla donde él
abandone a la mujer que le salvó la vida
sin que su traición le quite el sueño.

Inventémonos como fuimos
antes de nuestros cuerpos rutilantes,
antes de que dejáramos de sangrar:
inventemos un pastor que asesine a un gigante,
una chica que se convierta en árbol,
una mujer que se niegue a volver la espalda al pasado
y sea cambiada en sal,
un chico que le robe al hermano la primogenitura
y llegue a ser el padre de una nación.
Inventemos lágrimas reales, amor sólido,
discursos precisos, viejas palabras
difíciles, como los primeros pasos
de un niño por un cuarto.



Lisel Mueller - The End of Science Fiction

This is not fantasy, this is our life.
We are the characters
who have invaded the moon,
who cannot stop their computers.
We are the gods who can unmake
the world in seven days.

Both hands are stopped at noon.
We are beginning to live forever,
in lightweight, aluminum bodies
with numbers stamped on our backs.
We dial our words like Muzak.
We hear each other through water.

The genre is dead. Invent something new.
Invent a man and a woman
naked in a garden,
invent a child that will save the world,
a man who carries his father
out of a burning city.
Invent a spool of thread
that leads a hero to safety,
invent an island on which he abandons
the woman who saved his life
with no loss of sleep over his betrayal.

Invent us as we were
before our bodies glittered
and we stopped bleeding:
invent a shepherd who kills a giant,
a girl who grows into a tree,
a woman who refuses to turn
her back on the past and is changed to salt,
a boy who steals his brother’s birthright
and becomes the head of a nation.
Invent real tears, hard love,
slow-spoken, ancient words,
difficult as a child’s
first steps across a room.

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