Versión: Isaías Garde
Sí, a mi también me disgusta: hay cosas importantes más allá
de toda esa tramoya.
Leyéndola, no obstante, con perfecto desprecio, uno descubre en
ella, después de todo, algún espacio para lo genuino.
Manos capaces de agarrar, ojos que pueden dilatarse, cabellos que se erizan
si es preciso, esas cosas son importantes, no porque
las imponga una enunciación grandilocuente sino porque son
útiles. Cuando eso deriva hacia lo ininteligible,
lo mismo puede ser dicho con respecto a nosotros, que
no admiramos aquello
que no podemos entender: el murciélago
colgando hacia abajo o en procura de algo
para comer, el empuje del elefante, la rodada de un caballo salvaje, un
lobo infatigable bajo un árbol, el critico impertérrito sacudiendo su piel como un caballo
picado por una pulga, el fanático del beisbol, el estadístico.
Ni es válido
discriminar los "papeles comerciales
y libros escolares"; todos esos fenómenos son importantes. Sin embargo, hay una distinción que
podemos hacer: cuando esto es expresado por poetas mediocres, el
resultado no es poesía,
hasta que nuestros poetas no sepan ser
"literalistas de la imaginación" por encima
de la insolencia y la trivialidad y puedan presentar a
examen "jardines imaginarios cuyos sapos sean reales"
no tendremos poesía.
Mientras tanto, si por un lado reclamás
la materia prima poética en toda su crudeza,
y por otro lado lo genuino, quiere decir que estás interesado en la poesía.
Marianne Moore - Poetry
I, too, dislike it: there are things that are important beyond
all this fiddle.
Reading it, however, with a perfect contempt for it, one
discovers in
it after all, a place for the genuine.
Hands that can grasp, eyes
that can dilate, hair that can rise
if it must, these things are important not because a
high-sounding interpretation can be put upon them but because
they are
useful. When they become so derivative as to become
unintelligible,
the same thing may be said for all of us, that we
do not admire what
we cannot understand: the bat
holding on upside down or in quest of something to
eat, elephants pushing, a wild horse taking a roll, a tireless
wolf under
a tree, the immovable critic twitching his skin like a horse
that feels a flea, the base-
ball fan, the statistician--
nor is it valid
to discriminate against “business documents and
school-books”; all these phenomena are important. One must make
a distinction
however: when dragged into prominence by half poets, the
result is not poetry,
nor till the poets among us can be
“literalists of
the imagination”--above
insolence and triviality and can present
for inspection, “imaginary gardens with real toads in them,"
shall we have
it. In the meantime, if you demand on the one hand,
the raw material of poetry in
all its rawness and
that which is on the other hand
genuine, you are interested in poetry.
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