W. H. Auden - Musée des Beaux Arts


W. H. Auden - Musee des Beaux Arts
Wystan Hugh Auden (York, 21 de febrero, 1907 – Viena, 29 de septiembre, 1973)

Versión: Isaías Garde

Con respecto al sufrimiento, los antiguos maestros
Nunca se equivocaron: qué bien que comprendieron
Su lugar en lo humano: la forma en que se presenta
Mientras algún otro está comiendo o abriendo una ventana o
Caminando aburrido por ahí;
Cómo, cuando los viejos esperan con reverencia y pasión
El nacimiento milagroso, siempre habrá
Niños no muy interesados en el suceso, patinando
En un estanque sobre el borde del bosque:
Nunca olvidaron
Que aún el espantoso martirio debe seguir su curso
Como sea, en un rincón, algún lugar desordenado
Donde los perros viven sus vidas de perro y el caballo del torturador
Se rasca el trasero inocente contra un árbol.

En el Ícaro de Brueghel, por ejemplo: el modo en que todos se apartan
Con bastante calma del desastre; el campesino tal vez
Haya oído el chapoteo, el grito desamparado,
Pero para él no se trataba de un fracaso importante; brillaba el sol
Como debía brillar sobre aquellas piernas blancas que desaparecían en el agua
Verde, y los del barco lujoso y delicado que debían haber visto
Algo sorprendente, un muchacho cayendo del cielo,
Tenían un lugar al que llegar y navegaban con calma.



Musée des Beaux Arts

About suffering they were never wrong,
The old Masters: how well they understood
Its human position: how it takes place
While someone else is eating or opening a window or just walking dully along;
How, when the aged are reverently, passionately waiting
For the miraculous birth, there always must be
Children who did not specially want it to happen, skating
On a pond at the edge of the wood:
They never forgot
That even the dreadful martyrdom must run its course
Anyhow in a corner, some untidy spot
Where the dogs go on with their doggy life and the torturer's horse
Scratches its innocent behind on a tree.

In Breughel's Icarus, for instance: how everything turns away
Quite leisurely from the disaster; the ploughman may
Have heard the splash, the forsaken cry,
But for him it was not an important failure; the sun shone
As it had to on the white legs disappearing into the green
Water, and the expensive delicate ship that must have seen
Something amazing, a boy falling out of the sky,
Had somewhere to get to and sailed calmly on.

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