VersiĂłn: IsaĂas Garde
Mary cree que no bien haya terminado algunas tareas, como lavar los platos, se abrirá a sà misma a Dios.
En el gimnasio, mira programas acerca de cĂłmo deberĂa vestirse; por eso, cada mañana prueba varias combinaciones de polleras y tacos, despuĂ©s de decidirse por las botas de lluvia. Eso le lleva mucho tiempo, asĂ es que Mary está muy ocupada.
Muchas veces puede verse a Mary doblando la ropa o regando las plantas. Es solo cuando se ocupa de algo simple y repetitivo que su vida parece ordenada, y ella siente que no se va a morir antes de lo previsto.
Mary se pregunta si no serĂa mejor persona dejando de comprar tantas galletitas de almendra y macarrones rosados.
Cuando los demás dicen "Mary", Mary se queda pensando ¡"Virgen Santa"! ¡Santa Madre del Cielo!
Pero Mary sabe que ella no es ninguna de esas cosas.
Mary lamenta no tener suficientes palabras en su cabeza.
Mary llena su aparador con muchas clases de té, asà puede elegir entre las etiquetas según su estado de ánimo: Pera de Toscana, Lavanda Gris, Cereza rosa verde.
Aunque a Mary lo que le gusta es el tĂ© rojo comĂşn y lo toma dĂa y noche.
Mary tiene muchĂsimos aros de plata y le encanta ordenarlos en los cajones.
A Mary le gustarĂa alguna vez pensar en sĂ misma, aunque no está muy segura de lo que significa pensar y, además, está confusa respecto de sĂ misma.
No es raro descubrir a Mary durmiéndose en su colchoneta de yoga, apenas ha comenzado a estirarse.
A veces Mary cierra los ojos y trata de imaginarse a sĂ misma como una puerta abierta.
Pero es más fácil imaginarse un plato de macarrones rosados.
A Mary le atraen los tĂtulos solemnes de los gruesos libros de su marido. Se siente satisfecha y somnolienta cuando Ă©l, acostado junto a ella, los lee por las noches -Las obras de San AgustĂn, CrĂtica de la razĂłn, Cambio de paradigma en teologĂa- aunque ella no se siente inclinada a leerlos.
En secreto, Mary cree que es linda y por lo tanto, digna de ser amada.
Mary se dice que si tuviera un hijo al que llevar como un pulmĂłn extra, el vacĂo interior dejarĂa de carcomerla.
Es difĂcil afirmar si ella se cree eso.
Mary cree que es una persona sincera y honesta, aunque ni siquiera intenta rezar.
Algunas tardes, Mary finge leer un libro, pero lo más que hace es mirar los dibujos del sol a través de las cortinas.
En esas tardes, Mary es como un chico que se quedó sin nada en qué pensar.
A Mary le gusta salir a sentarse al jardĂn. Si fuera por ella, se quedarĂa mirando el cielo todo el tiempo.
Para ella, lo más interesante son las nubes. Fijate que ella las mira aún a la luz de la luna. Por esta noche, hasta la hora de acostarse, vamos a dejarla que tenga eso.
Mary Szybist - Update on Mary
Mary always thinks that as soon as she gets a few more things done and finishes the dishes, she will open herself to God.
At the gym Mary watches shows about how she should dress herself, so each morning she tries on several combinations of skirts and heels before retreating to her waterproof boots. This takes a long time, so Mary is busy.
Mary can often be observed folding the laundry or watering the plants. It is onlywhen she has a simple, repetitive task that her life feels orderly, and she feels that she is not going to die before she is supposed to die.
Mary wonders if she would be a better person if she did not buy so many almond cookies and pink macaroons.
When people say “Mary,” Mary still thinks Holy Virgin! Holy Heavenly Mother!
But Mary knows she is not any of those things.
Mary worries about not having enough words in her head.
Mary fills her cupboards with many kinds of teas so that she can select from their pastel labels according to her mood: Tuscan Pear, Earl Grey Lavender, Cherry Rose Green.
But Mary likes only plain red tea and drinks it from morning to night.
Mary has too many silver earrings and likes to sort them in the compartments of her drawer.
Someday Mary would like to think about herself, but she’s not yet sure what it means to think, and she’s even more confused about herself.
It is not uncommon to find Mary falling asleep on her yoga mat when she has barely begun to stretch.
Mary sometimes closes her eyes and tries to imagine herself as a door swung open.
But it is easier to imagine pink macaroons—
Mary likes the solemn titles on her husband’s thick books. She feels content and sleepy when he reads them beside her at night—The Works of Saint Augustine, Critique of Judgment, Paradigm Change in Theology—but she does not want to read them.
Mary secretly thinks she is pretty and therefore deserves to be loved.
Mary tells herself that if only she could have a child she could carry around like an extra lung, the emptiness inside her would stop gnawing.
It’s hard to tell if she believes this.
Mary believes she is a sincere and serious person, but she does not even try to pray.
Some afternoons Mary pretends to be reading a book, but mostly she watches the patterns of sunlight through the curtains.
On those afternoons, she’s like a child who has run out of things to think about.
Mary likes to go out and sit in the yard. If she let herself, she’d stare at the sky all
The most interesting things to her are clouds. See, she watches them even by moonlight. Tonight, until bedtime, we can let her have those.
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