Versión: Isaías Garde
El árbol del conocimiento era el árbol de la razón.
Por eso su sabor
nos sacó del Edén. Ese fruto
fue concebido para ser disecado y molido en fino polvo
y usarse de a una pizca por vez, un condimento.
Probablemente Dios tenía pensado contarnos más tarde
acerca de este nuevo placer.
Nos llenamos la boca con él,
nos atragantamos con pero y si y cómo y otra vez
pero, aunque no con mejor conocimiento.
Es tóxico en grandes cantidades; los vapores
se arremolinaron en nuestras cabezas y alrededor de nosotros
hasta formar una densa nube que se endureció como el acero,
una pared entre nosotros y Dios, que era el Paraíso.
No es que Dios sea irrazonable -pero
semejante exceso de razón era una tiranía
y nos encerró en sus propios límites, una celda pulida
que reflejaba nuestros rostros. Dios vive
del otro lado de ese espejo,
pero a través de la grieta, donde la cerca
no llega completamente al suelo, todavía
se cuela- como luz filtrada,
esquirlas de fuego- la tensión de una música que se escucha
y se pierde y se vuelve a escuchar.
*****
Denise Levertov - Contraband
The tree of knowledge was the tree of reason.
That's why the taste of it
drove us from Eden. That fruit
was meant to be dried and milled to a fine powder
for use a pinch at a time, a condiment.
God had probably planned to tell us later
about this new pleasure.
We stuffed our mouths full of it,
gorged on but and if and how and again
but, knowing no better.
It's toxic in large quantities; fumes
swirled in our heads and around us
to form a dense cloud that hardened to steel,
a wall between us and God, Who was Paradise.
Not that God is unreasonable - but reason
in such excess was tyranny
and locked us into its own limits, a polished cell
reflecting our own faces. God lives
on the other side of that mirror,
but through the slit where the barrier doesn't
quite touch ground, manages still
to squeeze in - as filtered light,
splinters of fire, a strain of music heard
then lost, then heard again.
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