Versión: Isaías Garde
Tenue la primera luz de la noche, como en una habitación
En la que descansamos y, casi sin motivo, consideramos
Que el mundo imaginado es el máximo bien.
Es este, por lo tanto, el rendezvous más intenso,
Esta es la idea en que nos recogemos,
Fuera de las indiferencias, en una sola cosa:
En la que descansamos y, casi sin motivo, consideramos
Que el mundo imaginado es el máximo bien.
Es este, por lo tanto, el rendezvous más intenso,
Esta es la idea en que nos recogemos,
Fuera de las indiferencias, en una sola cosa:
Dentro de algo único, un solo manto
Que nos envuelve con firmeza, porque somos pobres, una calidez,
Una luz, una fuerza, el influjo milagroso.
Aquí, ahora, nos olvidamos el uno del otro y de nosotros.
Sentimos la oscuridad de un orden, de un todo,
De un saber que es el que concertó el rendezvous.
Dentro de ese límite vital, en la mente.
Decimos Dios y la imaginación son uno...
Qué alta es la más alta farola que ilumina lo oscuro.
Fuera de esta luz, de esta mente central,
Hacemos en el aire nocturno una casa,
En la que estar juntos es suficiente.
Final Soliloquy of the Interior Paramour
Light the first light of evening, as in a room
In which we rest and, for small reason, think
The world imagined is the ultimate good.
This is, therefore, the intensest rendezvous.
It is in that thought that we collect ourselves,
Out of all the indifferences, into one thing:
Within a single thing, a single shawl
Wrapped tightly round us, since we are poor, a warmth,
A light, a power, the miraculous influence.
Here, now, we forget each other and ourselves.
We feel the obscurity of an order, a whole,
A knowledge, that which arranged the rendezvous.
Within its vital boundary, in the mind.
We say God and the imagination are one...
How high that highest candle lights the dark.
Out of this same light, out of the central mind,
We make a dwelling in the evening air,
In which being there together is enough.
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